El miedo a la oscuridad se considera un temor evolutivo, una etapa normal del desarrollo de los niños. De hecho, uno de cada tres niños de entre tres y cinco años la teme.
El miedo a la oscuridad se considera un temor evolutivo, una etapa normal del desarrollo de los niños. De hecho, uno de cada tres niños de entre tres y cinco años la teme. Esto no significa que no haya que hacer nada al respecto: se debe ayudar al niño a superarlo para que la noche sea un momento de descanso y no derive en una fobia más grave.
[su_heading]¿POR QUÉ TIENEN MIEDO A LA OSCURIDAD?[/su_heading]
La poca visión hace volar la imaginación y sospechar que la oscuridad esconde a personas desconocidas o monstruos debajo de su cama, dentro de su armario o detrás de las cortinas de su habitación. Un simple ruido puede representar una nueva amenaza, que viene de algún fantasma o de otra criatura de su imaginación. En muchos casos, la oscuridad representa el fin del día, el término de las actividades y de los juegos. Cuando llega la oscuridad, los padres se van y ya no se puede leer ni jugar, ni hacer nada divertido. En ese caso, no se trata de miedo y sí de inquietud por lo que ya no puede hacer, por la impotencia.
[su_heading]¿QUÉ PODEMOS HACER?[/su_heading]
1. A través del juego. La mejor manera de llegar a los niños es a través del juego. Se pueden plantear juegos clásicos que impliquen vendarse los ojos, como la gallinita ciega, ponerle la cola al burro, reventar una piñata, etc. Estas actividades permiten a los pequeños interactuar con el mundo sin utilizar la vista.
También se pueden hacer juegos en la semipenumbra, como sombras chinescas. Y en la penumbra se pueden contar cuentos o hacer juegos como reconocer objetos a través del tacto.
2. Dejar encendida una luz tenue. No es malo dejar alguna luz encendida, pero tiene que ser muy tenue. Lo recomendable es que casi no ilumine pero que sí deje algo de claridad en la habitación. Puede ser una lámpara o bien apliques que se colocan en la pared.
3. No encender la luz como solución. Dejar una luz tenue no implica que los adultos enciendan la luz principal de la habitación del niño cuando se ponga a llorar. Si el pequeño se despierta asustado en mitad de la noche y llora o llama a los mayores, hay que tranquilizarle sin encender las luces.
La luz encendida alimentará el problema, pues ratificará la idea de que la oscuridad da miedo y que, por el contrario, la luz lo quita.
El niño se serenará con la compañía del adulto y con sus palabras. Solo cuando esté calmado será momento de encender alguna lámpara.
4. Aplicar rutinas relajantes.Las rutinas relajan al pequeño y contribuyen al buen dormir del niño, y también ayudan a reducir los temores nocturnos.
Si se transmite que ir a la cama y apagar la luz es parte de una cadena de acciones (que comienza con un baño y sigue con un biberón o un vaso de leche y un cuento), será mucho más fácil que concilie el sueño y evitará que sea asaltado por los temores.
Existen otros elementos que pueden formar parte de esas rutinas. Muchos niños se relajan y se sienten confiados si duermen con un peluche. Otro consejo es arropar al pequeño en la cama, darle un beso de buenas noches e, incluso, contarle lo que harán juntos al día siguiente. Los relatos también le dan tranquilidad.
5. Enseñar al niño que la casa es un lugar seguro. El niño suele identificar los lugares que le producen miedo. Tal vez crea que allí se oculta una persona, un animal o algún ser extraño (el habitual monstruo imaginario).
Entonces, hay que ir con él para comprobar que allí no hay nada. Los lugares más comunes que generan este efecto son el espacio debajo de la cama, el interior del armario y los huecos detrás de las puertas.
No conviene repasar estos espacios como si se tratara de una inspección. Es mejor encontrar cualquier otro pretexto: buscar algo que no se encuentra, hacer una limpieza, jugar al tesoro escondido… Esta actividad permite comprobar que no hay nadie. Y si utiliza un juego, el sitio quedará asociado con sensaciones positivas.
6. Evitar las cosas que acrecienten el miedo. Si un niño manifiesta signos de temor a la oscuridad, será importante evitar que vea películas y programas de televisión de miedo o que escuche historias que pudieran asustarlo.
Tampoco, por supuesto, habrá que burlarse de su temor o menospreciarlo. No conviene tampoco forzarle a hacer algo que no quiera en la oscuridad, ni amenazarlo con el posible castigo de encerrarlo a oscuras en su habitación.
Por el contrario, hay que felicitarle por sus gestos de valentía. Esta demostración de afecto le impulsará para superar su miedo a la oscuridad.